miércoles, 13 de mayo de 2009

QUIEN ESTA DETRAS DE CHARLI Y LA FABRICA DE CHOCOLATES.

CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES Roald dahl nació en Llandaff, Gales, el 13 de septiembre en 1916, en una familia de origen noruego. Era el único hijo del segundo matrimonio de se padre. Cuando tenía 3 años éste murió y su madre se quedo sola levantándolo a él y a sus tres hijastros. A los 7 años fue internado en un colegio inglés donde sufrió el rígido sistema educativo británico que reflejaría y criticaría después en algunos de su libro. Daln fue muy infeliz en el internado y adquirió el hábito de escribirle a su madre una vez a la semana, costumbre que continuó durante 32 años hasta que ella murió. Más adelante estudió en un famoso colegio público y allí tampoco estuvo contento. Su única alegría era mirar una gigantesca fábrica de famosos chocolates ingleses, que quedaba muy cerca. A los 18 años, en vez de ir a la universidad se unió a la sociedad exploradora y luego trabajó para shell, una compañía de petrolera. Cuando tenía 23 años estalló la Segunda Guerra Mundial y se unió a la fuerza Aérea. Después de muchas aventuras y unos cuantos accidentes fue enviado a casa como inválido. Posteriormente viajó a Washington, donde conoció a CS Forester, quien le pidió que escribiera sus memorias para un artículo; cuando lo recibió, Forester lo hizo publicar tal como lo había escrito Dahl. Fue su primer trabajo como escritor. Su incursión en la literatura infantil estuvo motivada por sus cuatro hijos, a los que todas las noches les contaba historias inventadas. Antes había escrito cuentos cortos para los adultos con mucha imaginación, creatividad y toque macabros. También escribió guiones para películas y creó personajes famosos como los Gremlins. Dahl se casó dos veces y durante si vida sufrió desafortunadas tragedias, como la pérdida de su hija mayor y un accidente muy grave que dejó cerebralmente lesionado a un hijo. Para escribir se encerraba en una pequeña cabaña al final del jardín, donde trabajabas por los mañanas y las tardes. Se consideraba un escritor disciplinado. Dahl murió de una rara enfermedad en la sangre en noviembre a 1990.

lunes, 11 de mayo de 2009

UNA PROPUESTA PEDAGOGICA DE AULA EN LAS DIFERENTES AREAS DE LOS GRADOS QUINTOS.

Charli y la fábricade chocolates fue el libro escogido dentro de la variedad de que dispone el proyecto "EL VALOR DE LA PALABRA" para el inicio de su trabajo pedagógico como estrategia metodológica para el avance del proceso lecto -escritor y por ende el mejoramiento académico. El libro relata la historia de un niño, Charlie Bucket, que vive en la pobreza en una pequeña casa que solo tiene dos habitaciónes, con sus padres y sus abuelos. Los abuelos de Charlie viven postrados en una gran cama. Charlie es un niño bueno, y que recibe una sola barra de chocolate en su cumpleaños. Cerca de la casa de Charlie se encuentra la fábrica de chocolate más grande del mundo, propiedad de Willy Wonka. Wonka es el mejor productor de chocolate y es el más inventivo e innovador del mundo. Produce todo tipo de delicias maravillosas, incluyendo algunas que parecen imposibles (como el helado que nunca se derrite o la goma de mascar que nunca pierde el sabor). Debido al espionaje industrial, que casi arruina la fábrica de chocolates, Wonka la cerró al público y ahora solamente habitan en ella unos trabajadores misteriosos. Wonka, sorprendentemente, decide reabrir su fábrica al público, iniciando una lotería. Cinco paquetes de barras de chocolate Wonka llevan consigo "billetes dorados". Las cinco personas que los encuentren y un miembro de su familia podrán entrar a la fábrica para una visita guiada por el mismo Willy Wonka. Mientras Charlie iba caminando en la calle de regreso a su casa en un día nevado, se encuentra un billete y va a comprar una barra de chocolate que contiene uno de eso boletos dorados, y él y su abuelo Joe van a la fábrica de Wonka, donde descubren todas las creaciones reposteras increíbles de Wonka - incluyendo algunos prototipos que tienen efectos secundarios poco deseables. Los otros niños que encontraron un boleto dorado se portan mal uno a uno y terminan en casi fatales y bizarras situaciones por las que deben abandonar la LEER MAS http://es.wikipedia.org/wiki/Charlie_y_la_f%C3%A1brica_de_chocolate

CHARLI Y LA FABRICA DE CHOCOLATES

Se los recomiendo, me emocioné bastante al leerlo. Anécdota del escritor Miguel Sopó sobre su primera experiencia con la escritura, contada al Lic. Guillermo Rojas Calderón, quien a su vez me la refirió a mí. LOS TIZONES En otra ocasión nos volvimos a encontrar con el maestro Miguel Sopó en la óptica del compadre José,estuvimos hablando de esa edad temprana del hombre, cuando apenas se empieza a mirar el mundo con el asombro y la magia, y de la cual los psicólogos se derivan tratando de entenderla: La infancia. El maestro Sopó dijo: -“Eso me trae a la memoria otra Anécdota. Yo, estimado profesor Guillermo, quedé huérfano muy niño. En esa época vivíamos en una casa de campo en Zipaquirá. Mi padre salía a trabajar todos los días y yo me quedaba a jugando en el patio. Me acompañaba una joven que además nos preparaba los alimentos. En ese entonces en las casas había estufas de carbón, pero nosotros cocinábamos con leña. Un día, Isabel, que así se llamaba la joven, echó a la estufa varios trozos de leña. Yo estaba en la cocina y por un instante me quedé solo y con sorpresa ví que los leños que Isabel había echado a la estufa, y que luego de quemarse aún humeantes, pero ya fríos, se habían convertido en tizones; así se llaman, no se por que; Y con esos tizones se podía hacer rayas negras. Yo tomé un tizón y me fui a la pared del corredor de la casa. Era una pared pintada con cal blanca. ¡Y empecé a dibujar! Cuando Isabel me vio se iluminó la cara de alegría. Iba al fuego y sacaba más tizones y me los alcanzaba para que yo dibujara. En su cara había la satisfacción porque esperaba que mi padre me regañara cuando llegara. El tiempo se me fue volando; Ni almorcé. Todo el día me la pasé dibujando alrededor de la casa. Me sentía feliz al ver que con el impulso de mi mente mi corazón iba brotando del tizón los dibujos que yo quería y que suponía que quedaban plasmados en la pared. A las seis y media de la tarde, ya había oscurecido, cuando mi padre llegó a la casa. Yo lo esperaba con ansiedad. Entró por el corredor e iba hacia la sala cuando se percató de la pared. - ¿y esto…? ¿Y esto qué es? - preguntó al ver la pared tiznada de rayas negras. - yo estaba pintando – le respondí orgulloso. Mi padre fue a la alacena de la cocina y sacó tres velas, las encendió, y formando una especie de antorcha con ellas, se dirigió al corredor de su casa… su sombra se proyectó - ¡venga para acá! – me llamó. Isabel estaba feliz, esperando el momento en que mi padre me regañara y me pegara -¿y esto qué es? –me preguntó mi padre. - un árbol – le respondí -ah… ¿y esto? -una montaña. -ya veo ¿y eso qué hay mas allá? -un león. -¿y qué hay aquí? -un río. -¿y lo qué se ve mas allá? -una estrella, papá. Mi padre fue dando vuelta a la casa y como algo mágico ahora, la luz de las velas iba descorriendo la sombra de la pared y aparecían jirafas, gatos, peces, nubes que yo había dibujado. Cuando mi padre terminó de darle vuelta a la casa, se quedó muy serio. Entonces… se arrodilló, me tomó del brazo y mirándome fijamente a los ojos me dijo: - hijo: ¡tengo que comprar otra casa para que sigas dibujando…! El maestro Sopó, con su voz emocionada por el recuerdo, concluyó: - profesor, y a ese hecho le debo el artista que soy yo. Guillermo Rojas Calderón Olegario Ordóñez Díaz

LA ESCUELA TIENE LA FUNCION DE BUSCAR PINTORES Y TAMBIEN ESCRITORES.

Se los recomiendo, me emocioné bastante al leerlo. Anécdota del escritor Miguel Sopó sobre su primera experiencia con la escritura, contada al Lic. Guillermo Rojas Calderón, quien a su vez me la refirió a mí. LOS TIZONES En otra ocasión nos volvimos a encontrar con el maestro Miguel Sopó en la óptica del compadre José. Estuvimos hablando de esa edad temprana del hombre cuando apenas se empieza a mirar el mundo con el asombro y la magia, y de la cual los psicólogos se deriven tratando de entenderla: La infancia. El maestro Sopó dijo: -“Eso me trae a la memoria otra Anécdota. Yo, estimado profesor Guillermo, quede huérfano muy niño. En esa época vivíamos en una casa de campo en Zipaquirá. Mi padre salía a trabajar todos los días y yo me quedaba a jugando en el patio. Me acompañaba una joven que además nos preparaba los alimentos. En ese entonces en las casas había estufas de carbón, pero nosotros cocinábamos con leña. Un día, Isabel, que así se llamaba la joven, echó a la estufa varios trozos de leña. Yo estaba en la cocina y por un instante me quedé solo y con sorpresa ví que los leños que Isabel había echado a la estufa, y que luego de quemarse aún humeantes, pero ya fríos, se había convertido en tizones; Así se llaman, no se por que; Y con esos tizones se podía hacer rayas negras. Yo tomé un tizón y me fui a la pared del corredor de la casa. Era una pared pintada con cal blanca. ¡Y empecé a dibujar! Cuando Isabel me vio se iluminó la cara de alegría. Iba al fuego y sacaba más tizones y me los alcanzaba para que yo dibujara. En su cara había la satisfacción porque esperaba que mi padre me regañara cuando llegara. El tiempo se me fue volando; Ni almorcé. Todo el día me la pasé dibujando alrededor de la casa. Me sentía feliz al ver que con el impulso de mi mente mi corazón iba brotando del tizón los dibujos que yo quería y que suponía que quedaban plasmados en la pared. A las seis y media de la tarde, ya había oscurecido, cuando mi padre llegó a la casa. Yo lo esperaba con ansiedad. Entró por el corredor e iba hacia la sala cuando se percató de la pared. - ¿y esto…? ¿Y esto qué es? - preguntó al ver la pared tiznada de rayas negras. - yo estaba pintando – le respondí orgulloso. Mi padre fue a la alacena de la cocina y sacó tres velas, las encendió, y formando una especie de antorcha con ellas, se dirigió al corredor de su casa… su sombra se proyecto - ¡venga para acá! – me llamó. Isabel estaba feliz, esperando el momento en que mi padre me regañara y me pegara -¿y esto qué es? –me preguntó mi padre. - un árbol – le respondí -ah… ¿y esto? -una montaña. -ya veo ¿y eso qué hay mas allá? -un león. -¿y qué hay aquí? -un río. -¿y lo qué se ve mas allá? -una estrella, papá. Mi padre fue dando vuelta a la casa y como algo mágico ahora, la luz de las velas iba descorriendo la sombra de la pared y aparecían jirafas, gatos, peces, nubes que yo había dibujado. Cuando mi padre termino de darle vuelta a la casa, se quedó muy serio. Entonces… se arrodilló, me tomó del brazo y mirándome fijamente a los ojos me dijo: - hijo: ¡tengo que comprar otra casa para que sigas dibujando…! El maestro Sopó, con su voz emocionada por el recuerdo, concluyó: - profesor, y a ese hecho le debo el artista que soy yo. Guillermo Rojas Calderón Olegario Ordóñez Díaz